martes, 20 de marzo de 2007

Neuschwanstein (3a parte)

Otra vez escribiendo. Esta vez con una nueva ( creo que será la última ) entrega del viaje al “Castillo de Cuentos”. Esta vez les dejo algunas fotos que sacamos con Andrea, con breves comentarios. Les recomiendo mirar detenidamente la última foto. La imagen es simple, nada del otro mundo, pero impensable en algún paraje Argentino.

El Castillo a lo lejos.


Imagen captada desde el auto, llegando al emplazamiento del castillo. De fondo las montañas del Tirol.

En la puerta.

Vestido Elegante.


Otra vez Boca presente en los mejores lugares del mundo. La gente me miraba con admiración, y eso que no sabían que yo ví a Maradona con la de Boca. Pobres giles.

Mi querida Esposa.

Desde la ventana.

Esta vista es una de las vistas más bellas de la comarca. Ya lo dijo Luis II cuando le comentó a Wagner que había encontrado un lugar sencillamente increíble para construir su nuevo Castillo. La foto la sacamos desde el balcón de la Alcoba Real.

Verdulería Fantasma.

En el camino, lejos de cualquier población nos encontramos con esto. El cartel indica los precios y tiene una alcancía. Al parecer, la gente elige qué “comprar”, mira los precios en la table, y deja el dinero en la alcancía. Increíble, no??? Quizás el hecho de que nos parezca raro habla de cuán equivocados estamos.

Hasta la próxima.

Lichi.

sábado, 17 de marzo de 2007

Neuschwanstein (2a parte)

Bienvenidos a la segunda parte de la historia. En esta ocasión les voy a contar una pequeña historia amorosa (bah, un chisme histórico) acerca de Luis II, basado en una charla de Dolina en su programa de radio. Vamos pues a lo acontecido:

Ubiquémonos en Baviera en 1866. En esa época era rey Luis II, el amigo de Wagner, conocido también como “el rey loco”. Por aquellos días tenía 21 años. Luis era un rey inmensamente popular, pero algunos hablaban con cierta preocupación del abandono de las preocupaciones políticas y de su desmedida afición por el teatro. Los que se preocupaban esperaban en realidad que Luis se casara, para así sentar cabeza, y que se consagrara a la tarea de gobernar y producir un heredero. La belleza de Luis llamaba la atención de las señoritas mas hermosas del reino. La pasión de estas damas era de tal magnitud, que solían cortar trozos de las crines de los caballos que tiraban los carros en donde viajaba Luis, cortaban flores y pasto que el rey había pisado en sus paseos, etc. Pero hay que destacar que nunca se había visto a Luis con una dama, o por lo menos no había dado ningún indicio público de que fuera susceptible a los encantos femeninos. El embajador austríaco llegó al extremo de informar que: “…en los apartamentos reales sólo ha entrado el ambiente del ballet, pues su majestad no siente ningún placer en frecuentar al sexo contrario“. La relación mas íntima de Luis hasta ese momento había sido la que había mantenido con su ayudante de campo el príncipe Paul von Thurn. Se dice que Luis II percibía sus deseos homosexuales, pero lo hacía con espanto y trataba de luchar contra ellos. El sólo tenía con Paul von Thurn una amistad demasiado pronunciada, una atracción que no llegó nunca a consumarse. Cuando Luis se enteró que Paul pasaba las noches en compañía de varias mujeres, decidió dejar de verlo. Ahora bien, la conciencia de unos deseos extravagantes para la corte Bávara perturbaban muchísimo a Luis, pues sabía que esos deseos eran inaceptables en su mundo. Los funcionarios y los cortesanos comprobaron que el rey se había convertido en una persona muy tensa y una rigidez mal actuada le permitía esconder sus deseos. Para desterrar las dudas sore su hombría pensó en casarse. El Duque Maximilianode Baviera y su esposa Ludovica, tenían una hija que se llamaba Sofía, y otra muy famosa que era nada menos que Isabel. Vivían en el palacio de Possenhofen a 5 km del palacio de Luis. Los dos palacios enfrentaban el lago Stanberg. Sofía tenía 17 años, era alta, rubia, tenía ojos azules y cantaba muy bien, y aún mas importante, amaba a Wagner tanto como Luis. Empezaron a verse, el rey le escribía cartas a Sofía en las que la llamaba Elsa y él firmaba con el nombre de Heinrich dos de los principales personajes de la ópera de Wagner Lohengrin. Pero mas allá de las cartas Luis no permitía que la amistad con Sofía avanzara. Ludovica, la madre de Sofía, que era muy casamentera, estaba impaciente y ya tenía buenos antecedentes, a las otras hijas las había “colocado” muy bien. Le pidió a uno de sus hijos, Karl Theodor, que indagara al rey acerca de sus intenciones. El rey consideró indecoroso el interrogatorio y dijo que aún no estaba en condiciones de contraer matrimonio. Karl informó a la madre, y ésta hizo saber a Luis que como sus intenciones no era casarse con Sofía debía cesar en sus visitas e interrumpir la correspondencia que enviaba. Luis se amargó por el reclamo, pero no por perder a Sofía, sino porque pensaba que diluida la posibilidad de casarse caería en la depravación que tanto temía. Para darse una oportunidad más y para tranquilizar a Sofía, que estaba triste porque se había enamorado de él, informó discretamente que quizás en cierta fecha futura podría casarse. Ludovica, se apoyó en esa tenue esperanza y permitió que la relación continuara. Pasó un poco de tiempo y de un modo inexplicable el rey de pronto cambió de actitud. La noche del 21 de enero de 1867 él y la reina madre ofrecieron un baile. Cabe aclarar que en general Luis despreciaba estos encuentros, pero esa noche fue una excepción. Entre la multitud de oficiales y los grupos de admiradoras, divisó a Sofía, y al verla cruzó la sala del trono para invitarla a bailar. Durante las 3 horas siguientes no se separó de ella. Terminada la fiesta, acompañó a Sofía hasta su carruaje y la vió partir.

Mucho después de restablecerse el silencio en los salones del palacio real, las luces de los aposentos de Luis continuaban encendidas. Estaba insomne y convencido nuevamente de que tenía que casarse con Sofía para eliminar sus deseos corruptos. Después de alcanzar esa decisión, temeroso de que una postergación le hiciera perder la confianza, Luis salió disparado de la pieza, despertó a su madre y le anunció la nueva . Ordenó que le preparasen un carruaje y fue al castillo de Sofía a la madrugada. Llegó, despertó a todos hizo una súbita declaración sobre su intención de casarse y al final, bien alto el sol, el rey Luis y Sofía de Baviera formalizaron su compromiso matrimonial. Aquel compromiso fue secreto de estado durante casi una semana. En enero de 1867 se anunció al noticia al parlamento. Luis se lo dijo a Wagner antes que a nadie.

Se forjaron vasos conmemorativos, placas, medallas, monedas,etc. con el retrato de los novios. El comportamiento de Luis era forzado, no era muy cariñoso y Sofía se le quejó a la madre de la frialdad con que su novio la trataba. La madre le dijo que nadie podía ser más aburrido que su propio marido, que ni siquiera era rey. Durante los primeros meses del compromiso Sofía y su familia se vieron sometidos a un extraño régimen de visitas, siempre de noche. A veces el rey decidía ver a su prometida súbitamente y mandaba a un lacayo al castillo de enfrente, y toda la residencia ducal despertaba de su sueño y se vestía, porque Luis exigía que se lo recibiera siempre como soberano. Cuando Luis se quedaba en la residencia, exigía ver a Sofía a solas. Entonces, una dama e compañía se escondía discrétamente detrás de una cortina. Luis se sentaba en un sillón y Sofía tocaba el piano y cantaba varias horas. Después costura: él sentado, ella bordando; cada tanto una frase, De caricias ni hablar. Cierta vez Sofía se atrevió a besarlo en la boca y él se sintió tan trastornado que casi rompió el compromiso allí mismo. La boda había sido planeada para el 25 de agosto de 1867, pero unos días antes cuando vio el ceremonial y la preparación del baile, Luis entró en pánico. Llegó al extremo de pedirle al médico un certificado en el cual se le declarara no apto para el matrimonio. A un funcionario le dijo que prefería morir ahogado antes que enfrentarse a la boda. Agitado y nervioso se paseaba durante toda la noche por sus habitaciones o irrumpía en la pieza de la madre mientras ella dormía, para arrojarse en la cama y llorar pidiendo ayuda. El primer paso decisivo de Luis fue postergar formalmente la boda. Informó que el matrimonio se celebraría el 12 de octubre. A Sofía la demora le pareció razonable porque el ceremonial estaba retrasado. Con la aproximación de la nueva fecha el terror reapareció. Cuando Luis no pudo soportarlo más, dijo que sería mejor casarse en noviembre. El 4 de octubre recibió una carta del padre de Sofía exigiendo que el rey fijara una fecha definitiva o que anulase el matrimonio. Luis aprovechó esa carta y escribió a Sofía: ”Amada Sofía, tus padres desean romper nuestro compromiso, acepto”. De este modo Sofía se enteró por primera vez la decisión de Luis, aunque pocos días mas tarde recibió una extensa carta del rey en la cual intentaba explicar con toda la sinceridad que permitía la discreción, las razones que lo llevaron a romper el compromiso. Las monedas conmemorativas fueron retiradas de circulación, Luis compró todas las placas y lo demás, y los hizo destruir. Todos los grabados que mostraban a Sofía como reina de baviera fueron quemados en presencia de Luis y se volcó ácido sobre las planchas de cobre y los originales litográficos. Al año siguiente Sofía se casó con otro. La boda se realizo en el castillo de Sofía, y Luis no asistió. Pasó la noche de aquella boda en una isla en el centro del lago quemando fuegos artificiales. Luis no pudo casarse nunca. Poco después empezaron a notarse gestos de una locura alarmante, que lo llevó a la muerte años más tarde.

Espero que les haya gustado.

Lichi.

Neuschwanstein (1a parte)

Hola de nuevo. Comienzo aquí con una serie de entregas sobre la vida de Ludwig II de Bavaria (en español, Luis II de Baviera), con algunas fotos del fantástico Castillo que construyó, conocido como Castillo de Neuschwanstein (el cual tuve la ocasión de visitar en Octubre de 2006).

El príncipe Ludwig

El príncipe nació el mismo día en que fue canonizado Louis IX, rey de Francia y fundador de la Casa de Bourbón. Su abuelo y padrino Ludwig I de Bavaria, tuvo a Louis XVI de Francia como padrino. Esta relación con la Casa de Bourbón tuvo una influencia importante durante toda su vida. Ludwig y su hermano Otto fueron educados con un estricto énfasis de servicio.
“Ludwig disfrutaba la vestimenta…le gustaba la actuación, amaba la pintura, y le gusta y le gustaba, hacer regalos de su propiedad, dinero y otras posesiones”, decía su madre. Y eso no cambió nunca. Su gran imaginación, su tendencia a aislarse, y su pronunciado sentido de soberanía fueron también evidentes desde su infancia.

El joven Rey

En 1864 Ludwig II accedió al trono a la edad de 18 años sin ningún tipo de experiencia política, pero, adorado por las mujeres. En 1873 escribió: “Me transformé en rey demasiado temprano. No había aprendido suficiente. Había hecho un buen comienzo aprendiendo las leyes del estado. Pero me alejaron repentinamente de mis libros y me colocaron en el trono. Aún estoy tratando de aprender…”


Historia del Castillo

Ludwig II escribió las siguientes líneas al hombre que más admiró, Richar Wagner:
“Es mi intención reconstruir las ruinas del Viejo Castillo de Hohenschwangau en el auténtico estilo de los antiguos castillos Germanos, y debo confesar que me gustaría mucho vivir allí algún día; habrá una habitación de huéspedes muy acogedora con una vista espléndida de las montañas del Tyrol; tú conoces al huésped venerado que me gustaría acomodar allí; el lugar es uno de los más bellos que se pueda encontrar…”
Casi todos los aspectos del Castillo de Neuschwanstein se mencionan en la carta. Lo que no se menciona, sin embargo, es la razón política para la construcción: en 1866 Bavaria, aliada con Austria, había perdido la Guerra contra una Prussia en expansión. Bavaria fue forzada a aceptar una alianza, que removió los derechos del rey para disponer de sus armas en caso de Guerra. Desde 1866, Ludwig dejó de ser soberano. Esa limitación fue el mayor infortunio de su vida. En 1867 comenzó a planear su propio reino, en la forma de sus castillos y palacios, donde pudiera ser un verdadero rey.
Planeó la construcción del Castillo bajo el nombre de NeuHohenschwangau (cercano al de Hohenschwangau donde se crió junto a sus padres). El nombre de Neuschwanstein fue dado después de su muerte. La perfección fue la clave del nuevo castillo: la construcción debía ser cercana al estilo original y equipada con todo lo moderno.
El Castillo no fue construido tan rápidamente como hubiera querido el rey. Al situarlo en la montaña se presentaron muchas dificultades en la construcción. Un conjunto de diseñadores, arquitectos y artesanos implementaron las ideas del rey. Debieron trabajar día y noche. La primera piedra fue colocada el 5 de septiembre de 1869. El edificio Gateway fue construido al principio, y Ludwig II vivió allí varios años.
Cuando murió Ludwig II en 1886, el Nuevo Castillo aún no había sido completado. Sólo una parte fue completada en 1891. La siguiente foto muestra el estado del castillo a la muerte de Luwwig II.

Cisnes, héroes y santos: el Castillo de los sueños

El Castillo no fue diseñado para una representación real. Aquí Ludwig II escapó al mundo de los sueños_ el mundo poético de la edad Media. Las pinturas de Neuschwanstein fueron inspiradas en las óperas de Wagner, a quien el rey le dedicó el castillo. Las pinturas no fueron sin embargo directamente modeladas a partir de los trabajos de Wagner, sino a partir de las leyendas en las que se basó Wagner para sus óperas. El punto común de todas las salas es el cisne, animal preferido de Ludwig II (Neuschwanstein, Neu=Nuevo...schwan=cisne...stein=piedra). Además el cisne es el símbolo de la pureza por la cual Ludwig II se esforzó toda su vida.
La foto abajo muestra la sal del trono, que se asemeja a una iglesia Bizantina. El trono que debió estar cerca de la pared de fondo, como un altar, nunca fue construido.


La sala del trono sin el trono

La pared pintada con “Cristo en su gloria con el rey canonizado”


La sala de la cena

Ludwig II prefería cenar solo. Es por eso que construyó una pequeña sala para cenar.

La habitación

La habitación fue amoblada en el estilo Gótico. Trabajaron en ella 14 carpinteros durante 4 años para tallar los elaborados maderos de la sala y los muebles. La cama es particularmente elaborada: con sus “ventanas” literales y pequeñas torres se asemeja a una iglesia gótica. Ludwig fue arrestado en la cama en la noche del 11 de Junio de 1886.

La sala de los cantantes

Esta sala es la mas larga de todo el Castillo. Ludwig jamás pudo escuchar la música de Wagner en la sala.



Finalmente, me despido hasta la próxima entrega, con una foto del Castillo en todo su esplendor.

Lichi.

Un paseo por Praga (2a parte)

Hola, espero que les haya gustado la primera parte. Aquí no habrá fotos, sino algo que escribí en su momento, inspirado por un lugar que visité en Praga. No les digo más, así pueden disfrutar el relato y ver cual fue el lugar visitado.

Muerte Pretérita

Llegué a mi casa a la hora acostumbrada, y había soldados por todos lados. Me llevaron bajo la acusación de herejía convencional, y como prueba presentaban una pila de escritos prohibidos por la iglesia, encontrados en mi hogar.

Pasé unas pocas horas en una celda húmeda y pestilente, y fui conducido ante las autoridades. Allí fui interrogado de forma amable, podría decirse, dándoseme así la posibilidad de confesar por propia voluntad. Por supuesto, no les dije nada sobre lo que buscaban. Acto seguido, fui trasladado nuevamente a la celda…

*****

Todo había comenzado por mi atracción por la ciencia. Mi terquedad quizás haya ayudado. El hecho de leer primero, y estudiar después, libros prohibidos por ellos tenía sus riesgos. Peligro al que me entregué con pasión.

Después de haber leído algunos escritos de nuevos pensadores, la concepción del mundo cambió para mí. Descubrí en dichos textos, conseguidos en el mercado negro, y a muy bajo precio, un mundo fascinante, y la visión global que tenía sobre la vida cambió por completo. Enseguida me sentí atraído por este conjunto de ideas nuevas, y poco a poco comencé mi búsqueda. Esperaba encontrar gente como yo, para compartir lo nuevo, para poder expresarme en un ambiente de libres pensamientos, sin tener miedo.

Corría el 1405 DC y ellos estaban en su apogeo. Las ciudades que se negaban a doblegarse, eran cercadas por sus enormes ejércitos. El sitio podía durar meses, hasta que los propios sitiados, vencidos ya por el hambre, se entregaban, y abrían las puertas de sus ciudades. Muchos eran muertos allí mismos, como muestra de autoridad, y como una dura advertencia a futuros rebeldes. Había también torturados, de forma especial, que tardaban horas y hasta días en morir, para poder congraciarse con Dios antes de dejar este mundo.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, mi búsqueda fue difícil, pues el camuflaje en grupos como los que yo buscaba, era esencial para sobrevivir en esos años. Finalmente, y de manera inesperada logré contactarme con alguien. Dicha persona me llevó con su grupo y fui aceptado, después de un largo interrogatorio.

Días después, fui invitado bajo extremas precauciones, a una de sus reuniones.

Nos reuníamos en cuevas cuya existencia era desconocida por las autoridades, aunque no se encontraban muy alejadas de la ciudad. Allí, bajo un clima distendido exponíamos y discutíamos nuestras ideas, y comentábamos las de los nuevos pensadores, algunos perseguidos, otros ya apresados. Había una regla básica a cumplir: estaba terminantemente prohibido discutir sobre temas científicos en la vida diaria. Así, eramos casi invisibles para la iglesia. Sabíamos que si nos atrapaban, pasaríamos cosas horribles, pero quizás eso era lo que nos daba más fuerza. A veces la rebeldía es una fuerza mucho más efectiva de lo que uno puede imaginar.

*****

Menos de un día después, fui conducido por primera vez a la sala de torturas. Comenzaron quemándome la piel de los pies, práctica muy utilizada en los interrogatorios de la inquisición. El dolor fue indescriptible, pero no suficiente para romper mis convicciones.

Al ver que no me quebraba decidieron quitarme una a una las uñas de las manos. Rogué desmayarme en ese momento, y cuando sentí que perdería el conocimiento, cesaron las torturas, me llevaron a la celda, y me dieron agua y comida. Me querían consciente, para poder averiguar más sobre mi grupo.

Al día siguiente me dieron la opción de declarar, y ante mi negativa, sufrí una sesión de potro.

Al sentir que me estiraban como un cinturón de cuero, al sentir crujir mis articulaciones, acompañadas de un dolor profundo, cruzó por mi mente la idea de la confesión. Sabía que al hacerlo, no sería perdonado, pero quizás pudiera conseguir una muerte rápida y sin sufrimientos. Finalmente resistí, ayudado por la idea de que mis compañeros pasarían por eso mismo.

Fui conducido a una celda nueva, sin ventanas, y al cerrar la puerta, me vi en la oscuridad total. Allí estuve un lapso de tiempo que no supe calcular, aunque me dieron de comer dos veces, por lo que estimo que pasaron más de dos días. Dormí la mayoría del tiempo, tratando de recuperarme de las sesiones de tortura. Trataba de no pensar en lo que me esperaba.

Fui despertado de repente, y la oscuridad ya no era tal. La puerta estaba abierta, y cuatro soldados me tomaron de mis doloridas extremidades. Estaba con ellos una quinta persona, perteneciente al clero. Leyó mi sentencia en forma indiferente, y se marchó.

El sólo escuchar lo que había en mi futuro cercano, me generó un estremecimiento que estuvo a punto de quebrar mi silencio. Sería empalado en la plaza principal, hasta morir. Según las autoridades eclesiásticas, debería emplear el tiempo que tardara en morir para arrepentirme y rogar perdón al Señor.

Forcejee con mis escasas fuerzas, desesperadamente, y nada obtuve. Sólo un cansancio aún mayor, y dolor en brazos y piernas.

Mientras era conducido a la plaza, me resigné y decidí que mejor era morir dignamente, a traicionar a los míos. Pero al ver el palo, en este caso de metal y con punta afilada, sentí un terror como nunca antes había sentido. La idea de una confesión no me pareció en ese momento tan lejana como minutos antes…

Inesperadamente, algo de claridad acudió a mí, me calmé notablemente, y comprendí que no había vuelta atrás. Moriría en silencio, llevándome a la tumba el secreto de los que pensaban como yo…

Llegamos a la plaza, fui alzado con ayuda de aparejos, y depositado a corta distancia del palo. Se leyó en público mi condena, con detalles de mis pecados, y se envió una advertencia a quienes actuaran de modo similar al mío. Lentamente se me dejó caer…El dolor agudo fue enorme, pero rápidamente desapareció, y comencé a ver luces delante de mis ojos. Había murmullos en torno mío, en un idioma extraño para mí. El dolor de las torturas anteriores ya no se notaba, y sólo sentía un leve dolor de cabeza. Todo era muy confuso. Poco a poco comencé a ver a mi alrededor, y al divisar el palo enfrente mío, se apoderó el terror nuevamente de mí. Pero esta vez escuché una voz familiar que me animaba. La voz de mi esposa. De repente todo se aclaró en mi mente. Caminábamos con mi esposa por las calles de Praga, y fue idea mía entrar al Museo de la Tortura. El resto de la historia lo conozco gracias a relatos suyos. Vimos uno o dos artefactos de aquella época, y al pasar frente al palo me desvanecí, caí, mi cabeza dio contra el piso, y estuve unos minutos inconsciente.

*****

Al contarle esta historia a mi psicólogo, me sugirió que el traumatismo del golpe tal vez me haya generado ese extraño sueño. Por otro lado, conocí gente que lo interpretó de una manera bastante diferente. Según su teoría, en alguna vida anterior morí empalado por la inquisición, llevado a ese final por cierta rebeldía asociada con ideas científicas.

Yo no sé que pensar. Quizás a la segunda teoría debería agregarle que desde pequeño me gustó la ciencia, y hoy soy, pese a muchas dificultades financieras, estudiante de Física. Aunque en la teoría de múltiples reencarnaciones nada se dice de semejanzas entre dichas vidas. Mis amigos que apoyan esa idea, insisten en que sentí una atracción especial hacia el museo, por una rara conexión entre mis dos vidas, que tienen en común la ciencia.

Igualmente, prefiero pensar que todo fue sólo un desmayo…


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Sé perfectamente que no soy un buen escritor (es más, ni siquiera soy un mal escritor), pero pienso que lo importante es que ésto me salió inspirado en lo que vi. Por supuesto que no es verídico...no me desmayé, aunque sí me lleve una fuerte impresión. Los abandono hasta la próxima.

Lichi

Un paseo por Praga (1a parte)

Hola, soy Lichi y estoy inaugurando este Blog con un relato de nuestro viaje a Praga, en 2005. Aproximadamente diez años atrás leí (no recuerdo donde) que Praga es considerada la ciudad más linda del mundo. Aquella vez, siendo un desocupado en Argentina, y con pocas esperanzas de terminar mis estudios, me dije: algún día voy a visitar Praga. Por supuesto que muy en mi interior sabía que era realmente poco probable que eso sucediese. Tal vez esa tendencia soñadora de gran ayuda en momentos difíciles, quizás el vacío estomacal típico de aquellos malos tiempos, me hayan dictado ese pensamiento. Lo cierto es que finalmente ese pequeño anhelo se cumplió, y mucho más rápido de lo que hubiese imaginado aún en mis momentos de optimismo (escasos momentos). Valgan estos renglones previos como preámbulo para comenzar a mostrarles algunos lugares de una ciudad espectacular. Si bien es cierto que traje mas de 300 fotos, las mejores imágenes están en mi mente, y debido a la imposibilidad de "bajarlas" a la computadora, intentaré buscar las más bellas, seguidas de una pequeña referencia, tratando de no caer en explicaciones tediosas que puedan vía el aburrimiento, opacar lo que la imagen misma intenta decirles.

La primera foto que elegí muestra, como no puede ser de otra manera, el Charle´s Bridge, el más famoso de los muchos puentes que conectan las dos partes de la ciudad divididas por el río Vtlava.


Una de las vistas más impactantes de Praga: la ribera del Vtlava que permite ver a lo lejos los palacios que rodean al Castillo, y en la cima, coronando imagen, la catedral del Castillo.



Por supuesto que Boca no podía faltar en una ocasión tan importante. Noté, aún sin entender una palabra de Checo, que la gente miraba la camiseta con admiración, y hasta adiviné comentarios elogiosos.


Imagen captada desde la cima de la montaña. Sin palabras...


El centro de la ciudad, con el Museo Nacional de fondo.
Me despido hasta la próxima, espero que les gusten las pocas cosas que les pude mostrar. Mirando de nuevo las fotos, me pareció más evidente que por más buena que sea la foto, no se compara con el recuerdo visual. Si estas imágenes les parecen lindas, imaginen lo que se siente viendo eso directamente. Un abrazo y espero agregar algo pronto.

Lichi.